“Repitiente”,
“Repetir”, “Volver a hacer el curso”, “No alcanzo los objetivos”…
Mensaje que da la
institución escolar y que genera una serie de movilizaciones en el seno
familiar y muchas veces se producen quiebres en las relaciones, en las acciones
y en otras produce una paralización de sus miembros cuando se encuentran sin
saber qué decisión tomar. A igual que una situación fóbica, se entra en un
círculo sin salida que confirma la “profecía autocumplida” (¡Te había dicho que
ibas a repetir!)
La Real academia dice
al respecto. “Dicho especialmente de un alumno: Que repite un curso o una
asignatura” y a la acción de repetir “Volver a hacer lo que se había
hecho, o decir lo que se había dicho”. Es un adjetivo que determina al objeto,
en este caso un alumno, pero no existe una palabra que defina lo que pasa en
este sujeto cuando esta situación acontece.
Más allá de estos
conceptos sería interesante plantearnos que significa, para el sujeto, la
acción de repetir un curso, un año. Y sobre todo pensar desde “donde” hacemos
el análisis:
·
Un fracaso.
·
Un punto de quiebre.
·
Un síntoma.
Haciendo el análisis desde la visión de
que es un fracaso, también surge varios interrogantes, porque visto así
seria resultado adverso, Suceso lastimoso, inopinado y
funesto. Pero no tanto para el sujeto sino para la familia, del sistema
educativo, del docente, de lo social.
En la familia este
hijo no cumplió con las responsabilidades otorgadas, por lo tanto la familia
entra en estado de fracaso.
El sistema educativo,
considera esta situación como un hecho negativo, pero sin generar acciones
directas para su modificación, solo establece políticas compensatorias
procurando que este alumno no deserte de la educación sistemática. Pero es
importante destacar que no es algo que en realidad funcione, no por nada cada
año se incrementa el número de alumnos que repiten. Tan importante es el
fenómeno que las instituciones generaron normativas (con carácter legislativo)
internas para actuar con estos alumnos, que forman una nueva categoría de
alumno.
El docente
responsabiliza directamente al alumno y como responsable secundario a la falta
de atención de la familia, pero en sí mismo no se plantea una autoevaluación de
su tarea a este proceso lo hacen en función de los alumnos que si alcanzaron o
superaron los objetivos planteados. (Si bien es similar al sistema de
calificación anteriormente usado, aquí lo empleo solo como la reacción a la
intensión educativa del docente)
Desde lo social se
aplica el análisis desde una concepción bien “triunfalista” que propone, el
modelo de la excelencia académica como un parámetro de medición para el éxito
social. A partir de esto el alumno que repite es marginado automáticamente del
circuito escolar. (Paradójicamente con lo propuesto por el sistema educativo).
Vista la acción de
repetir como un “Punto de quiebre” el análisis pasaría por el alumno no encuentra
un “banco” para “repetir el año” porque las aulas están colmadas con un número
mayor de alumnos que los previsto. Se quiebra tanto que se comienza a hablar de
discriminación, que tampoco podemos desconocer que existe en muchos casos
(fundado en el concepto que hacíamos referencia en el fracaso social), pero la
realidad interna de las instituciones dicen lo contrario. ¡No hay espacio
físico real para absorber a estos alumnos!
Los quiebres se
pueden producir en varios niveles:
En la familia cuando
comienzan a culparse o a cuestionar la responsabilidad de quien debía hacerse
cargo de la educación (¡Tu hijo repitió!) Ahí se comienza a desconfiar de la
calidad de enseñanza impartida (que en un primer momento llevo a los padres a
elegir entre otras a esta institución) y se responsabiliza al docente del
fracaso. Y otro punto de quiebre es que se culpa a las conductas no esperadas
de los sujetos, más todavía cuando el alumno que repite es adolescente
Y como síntoma, nos
planteamos que repetir es un indicador de que algo pasa en el sujeto y se busca
a un profesional que diagnostique algún problema de aprendizaje para que todo
lo anterior quede armónicamente en funcionamiento. Lo que le faltaría a este
fenómeno para ser analizado como síntoma que no solo denuncie sino que anuncie
el lugar a donde poner la mirada-
Ahora bien, ¿qué
pasaría si lo pensáramos de otra forma, si se cambiara el ángulo de mirada del
fenómeno?
ü Si
consideráramos al fenómeno de repetir como un momento de equilibrio que genera
el sujeto con los distintos sistemas que intervienen en el proceso de
aprendizaje.
ü Si
aceptáramos que repetir le va a permitir al sujeto alcanzar niveles de
maduración mas especificas.
ü Si
el repetir no fuera otra cosa que un llamado de atención, porque los intereses
del alumno pasan por otro lado distinto a donde él tiene puesto su propio
interés.
ü Si
repetir no fuera más que una inadecuación al sistema educativo.
ü Si
fuera una necesidad evolutiva, física, afectiva o intelectual del sujeto para
producir anclajes en sus aprendizajes.
Por lo tanto el
abordaje de la problemática seria “tan” distinto. Deberíamos aprender a ver la
realidad o a los fenómenos desde una relación circular en donde todos somos
responsables de los hechos y no solo buscar a un chivo expiatorio que se haga
cargo porque desde esta posición se hace muy pero muy difícil encontrar
soluciones validas para el problema y dejar de seguir intentando con acciones
que a la vista no dan resultado. Viene bien lo que dice Albert Einsten “Si
buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
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