miércoles, 16 de noviembre de 2011

El alumno que repite



“Repitiente”, “Repetir”, “Volver a hacer el curso”, “No alcanzo los objetivos”… 
Mensaje que da la institución escolar y que genera una serie de movilizaciones en el seno familiar y muchas veces se producen quiebres en las relaciones, en las acciones y en otras produce una paralización de sus miembros cuando se encuentran sin saber qué decisión tomar. A igual que una situación fóbica, se entra en un círculo sin salida que confirma la “profecía autocumplida” (¡Te había dicho que ibas a repetir!)
La Real academia dice al respecto. “Dicho especialmente de un alumno: Que repite un curso o una asignatura” y a la acción de repetir  “Volver a hacer lo que se había hecho, o decir lo que se había dicho”. Es un adjetivo que determina al objeto, en este caso un alumno, pero no existe una palabra que defina lo que pasa en este sujeto cuando esta situación acontece.
Más allá de estos conceptos sería interesante plantearnos que significa, para el sujeto, la acción de repetir un curso, un año. Y sobre todo pensar desde “donde” hacemos el análisis:
·         Un fracaso.
·         Un punto de quiebre.
·         Un síntoma.
Haciendo el análisis desde la visión de que es un fracaso, también surge varios interrogantes, porque visto así seria  resultado adverso, Suceso lastimoso, inopinado y funesto. Pero no tanto para el sujeto sino para la familia, del sistema educativo, del docente, de lo social.
En la familia este hijo no cumplió con las responsabilidades otorgadas, por lo tanto la familia entra en estado de fracaso.
El sistema educativo, considera esta situación como un hecho negativo, pero sin generar acciones directas para su modificación, solo establece políticas compensatorias procurando que este alumno no deserte de la educación sistemática. Pero es importante destacar que no es algo que en realidad funcione, no por nada cada año se incrementa el número de alumnos que repiten. Tan importante es el fenómeno que las instituciones generaron normativas (con carácter legislativo) internas para actuar con estos alumnos, que forman una nueva categoría de alumno.
El docente responsabiliza directamente al alumno y como responsable secundario a la falta de atención de la familia, pero en sí mismo no se plantea una autoevaluación de su tarea a este proceso lo hacen en función de los alumnos que si alcanzaron o superaron los objetivos planteados. (Si bien es similar al sistema de calificación anteriormente usado, aquí lo empleo solo como la reacción a la intensión educativa del docente)
Desde lo social se aplica el análisis desde una concepción bien “triunfalista” que propone, el modelo de la excelencia académica como un parámetro de medición para el éxito social. A partir de esto el alumno que repite es marginado automáticamente del circuito escolar. (Paradójicamente con lo propuesto por el sistema educativo).
Vista la acción de repetir como un “Punto de quiebre” el análisis pasaría por el alumno no encuentra un “banco” para “repetir el año” porque las aulas están colmadas con un número mayor de alumnos que los previsto. Se quiebra tanto que se comienza a hablar de discriminación, que tampoco podemos desconocer que existe en muchos casos (fundado en el concepto que hacíamos referencia en el fracaso social), pero la realidad interna de las instituciones dicen lo contrario. ¡No hay espacio físico real para absorber a estos alumnos!
Los quiebres se pueden producir en varios niveles:
En la familia cuando comienzan a culparse o a cuestionar la responsabilidad de quien debía hacerse cargo de la educación (¡Tu hijo repitió!) Ahí se comienza a desconfiar de la calidad de enseñanza impartida (que en un primer momento llevo a los padres a elegir entre otras a esta institución) y se responsabiliza al docente del fracaso. Y otro punto de quiebre es que se culpa a las conductas no esperadas de los sujetos, más todavía cuando el alumno que repite es adolescente
Y como síntoma, nos planteamos que repetir es un indicador de que algo pasa en el sujeto y se busca a un profesional que diagnostique algún problema de aprendizaje para que todo lo anterior quede armónicamente en funcionamiento. Lo que le faltaría a este fenómeno para ser analizado como síntoma que no solo denuncie sino que anuncie el lugar a donde poner la mirada-
Ahora bien, ¿qué pasaría si lo pensáramos de otra forma, si se cambiara el ángulo de mirada del fenómeno?
ü  Si consideráramos al fenómeno de repetir como un momento de equilibrio que genera el sujeto con los distintos sistemas que intervienen en el proceso de aprendizaje.
ü  Si aceptáramos que repetir le va a permitir al sujeto alcanzar niveles de maduración mas especificas.
ü  Si el repetir no fuera otra cosa que un llamado de atención, porque los intereses del alumno pasan por otro lado distinto a donde él tiene puesto su propio interés.
ü  Si repetir no fuera más que una inadecuación al sistema educativo.
ü  Si fuera una necesidad evolutiva, física, afectiva o intelectual del sujeto para producir anclajes en sus aprendizajes.
Por lo tanto el abordaje de la problemática seria “tan” distinto. Deberíamos aprender a ver la realidad o a los fenómenos desde una relación circular en donde todos somos responsables de los hechos y no solo buscar a un chivo expiatorio que se haga cargo porque desde esta posición se hace muy pero muy difícil encontrar soluciones validas para el problema y dejar de seguir intentando con acciones que a la vista no dan resultado. Viene bien lo que dice Albert Einsten “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

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