miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿Cómo aprendemos hoy en día?



El aprendizaje es propio del hombre y está presente desde que existe, interviniendo directamente y cumpliendo un papel decisivo en su evolución, ya que fue la mejor herramienta que utilizo para llegar al punto que ocupa hoy dentro de la especie. Esta premisa es compartida, de una forma u otra, por los que estamos en el área de educación, en especial a los que hacemos psicopedagogía.
Pero es importante hacer un párate y analizarla nuevamente y ver como la estamos manejando en nuestro accionar diario.
En este devenir en ser humano el aprendizaje favoreció y/o facilitó el desarrollo de determinadas funciones para ser usados o aplicados en el mundo que le tocaba vivir, que en forma directa manifestaban necesidades o problemas que debían ser resueltos y así lograr la mejor adaptación (al mejor estilo piagetiano, ni más ni menos), del mismo modo que se da ahora.
Si los viéramos históricamente podemos percatarnos que el hombre primitivo desarrollo la capacidad para la generación y el uso de herramientas. Ante cada nueva situación fue aplicando los aprendizajes adquiridos para resolverla, asoció lo conocido con lo nuevo, dedujo o infirió posibilidades de allí dio un paso más en el proceso evolutivo cuando pudo resolverlo, pero al mismo tiempo procuro la forma de trasmitirlo a las nuevas y futuras generaciones, por lo tanto lo enseñó y lo pintó. Así incorporo dos tipos de lenguajes el hablado y el grafico y así fue estableciendo la cultura que en sí misma es la síntesis de los aprendizajes que iba considerando válidos y útiles para la supervivencia (¿estaremos hablando de aprendizajes significativos?).
En la edad media con el iluminismo o la ilustración podemos distinguir como la función desarrollada por los aprendizajes estaba puesta en otro lugar, porque la memoria fue la función que estaba en usanza para que todos los legado del conocimiento sean trasmitidos en forma fidedigna, al mismo tiempo tenían que aprender la escritura (la mano pasaba a realizar trabajos con mayor coordinación) y los oficios, elementos que sustentaban la vida social y estas habilidades debían ser aprendidas cuando a menor edad mucho mejor para lograr la idoneidad y el perfeccionamiento de las mismas.
Así podemos hacer una lectura sui generis y decir que fue el aprendizaje quien marco la evolución del hombre a lo largo de la historia. Porque cada etapa histórica primo una habilidad a ser desarrollada, muchas de esas se fueron incorporando a nuestros patrones genéticos. Visto de esta forma seriamos el producto de un largo y lento proceso de aprendizaje
Así vemos como este proceso de interacción del sujeto con el medio fue los modelos de aprendizaje y enseñanza y básicamente las teorías subyacentes que lo sostenían.
¿A esta idea la tenemos clara como docentes o como psicopedagogos? (¡como si los dos hicieran lo mismo!, pero si…  en algún momento del proceso de aprendizaje se encuentran y se confunden) ¿Nos hemos planteado cuales son las funciones que hoy están activadas y desarrolladas a la hora de aprender? ¿Cuál es el modelo de aprendizaje que hoy permite la evolución del hombre? 
Estas preguntas pueden abrir un abanico de respuestas, y surge de la idea de cómo estamos evaluando a los sujetos aprendientes, sea en el lugar que ocurra. En la actualidad, las pruebas (test, evaluaciones) forman parte del entramado social en el que se desarrolla la vida del hombre; estas acompañan al hombre durante una buena parte de su vida. Normalmente, desde los primeros años de escolarización, los niños comienzan a responder a estas que servirán para medir sus aptitudes intelectuales y su potencial para el aprendizaje; se utilizarán también para certificar su progreso y su nivel de conocimientos, así como para orientarlo vocacionalmente en el futuro. Más tarde pueden abrir (o cerrar) las puertas a la enseñanza universitaria y, una vez en el mercado laboral, ayudarán a decidir quién deberá cubrir un determinado puesto de trabajo; además, los tests desempeñarán también un papel importante a la hora de determinar si un sujeto está o no bien adaptado a su entorno, si dispone de recursos suficientes para resolver los problemas que se le plantean en su vida cotidiana o si, por el contrario, necesita algún tipo de terapia para reforzar alguno de estos aspectos. Y estas pruebas en su mayoría fueron  generados para otro modelo de aprendizaje, que en su mayoría lo aprendimos a usar y quizá no fueron nuevamente analizados y evaluadas a la luz del hombre actual con su propio modelo de aprendizaje.
En el sujeto contemporáneo se están activando funciones mas especificas generadas muchas de esas por el avance tecnológico. La motricidad fina ya está centrada no en la coordinación para la escritura sino para la precisión de oprimir un botón o una tecla, aun los adultos poco a poco vamos dejando de lado la escritura manual para hacerlo todo desde la computadora. El proceso de incorporación del lápiz como herramienta fue reemplazado por el teclado, esto también afecto el concepto de lateralidad dominante, porque ahora usamos los dedos de las dos manos para escribir, esto indudablemente amplio el espectro cerebral.
El procesamiento de la información paso de la etapa de la incorporación de datos (a repetir) a un proceso de previo análisis con el objeto de seleccionar el contenido (como conocimiento) más adecuado a los objetivos propuestos, aquí estamos usando otro proceso intelectual que antes solo era destinado para otros niveles, tanto del conocimiento como del académico.
La memoria como función de la inteligencia, tan valorada en otro momento, día a día fue dejada de lado, porque los datos que necesitamos almacenar están ya en la calculadora, en el chip, en el disco rígido o en el pendrive. La memoria usada hoy día es la asociativa.
La coordinación viso-motora tan importante a la hora de la lecto-escritura está en su mayor nivel de desarrollo por el uso de los juegos electrónicos ya que para poder estar a la altura de los mismos debe haber un buen aprendizaje de esta función.
Hoy estamos presenciando un sujeto con otras capacidades desarrolladas que antes no se usaban, esto no quiere decir que no estaban en nuestra constitución solo que estaban dormidas a la espera del tiempo justo para activarse. Consecuentemente el modelo de sujeto de aprendizaje es totalmente nuevo.
Consiguientemente es importante plantearnos que debemos actualizar nuestras teorías, nuestras prácticas profesionales y docentes en el mismo sentido de la evolución del hombre, pensando que nosotros también estamos sujetos a este proceso evolutivo pero también con la convicción que en esta época tenemos que dejar nuestras huellas.

¡Piedra Libre para las estrategias didácticas!



Es conveniente situar previamente cual es el marco referencial desde donde se va analizar la cuestión.
Hoy tanto el niño, como el adolescente como sujeto social vive en un estado de inmediatez, su vida se la puede representar con “la función del control remoto” pasa de un canal a otro en segundos, para luego concluir que no hay nada interesante o que atraiga su atención, por lo tanto “estoy aburrido”. Y continúa buscando algo que lo entretenga.
Cuando se cuestiona el comportamiento de los alumnos, los estamos haciendo desde el nivel que afecta nuestra situación en la vida. Si somos padres, desde el lugar que nos marca la falta, que por lo general es la imposibilidad de poner límites y por lo tanto la dificultad de “manejar la situación”. Si es desde el lugar de docente las culpas son puestas en otros sectores, aduciendo que “los docentes no somos más que docentes y no niñeros” y cuestionamos el comportamiento a nivel aula (“no atiende por estar con el celular”), a nivel institucional (“hay que andar cuidándolos, para que no destrocen la escuela”)  y a nivel social (“no sé que aprenden en la calle, que vienen con esas modas raras”)
Ahora bien, tendríamos que plantearnos, que esta primero en orden de influir en las conductas de los alumnos, “el huevo o la gallina”. Como es un problema que no tiene solución aparente, o caemos en el reduccionismo de decir “es producto de la evolución de la especie”, propongo abiertamente que busquemos un chivo expiatorio que se haga cargo de una parte de este problema. Y este no es ni más ni menos que las capacidades para formar y estrategias didácticas, según corresponda o según el nivel donde se lleven a cabo.
En el seno familiar existe una forma de actuar de los padres e imparten normas que muchas veces no generan los cambios esperados, sobre todo en el comportamiento de sus hijos. A este impedimento lo podemos llamar “culpa”, “temor” “desinterés” y la lista seguiría creciendo. Haciendo un análisis más detallista podemos observar que existe inconsistencia en el mensaje, ya que no pueden mantener la “orden” en forma secuencial y perdurable de lo que realmente quieren o esperan de la conducta de los hijos. En una palabra no existe un modelo de hijo a alcanzar (muy técnico pero al mismo tiempo muy real), porque no hay una planificación de las acciones a tomar, solo nos interesa el nivel de triunfo y muchas veces sin existir coherencia (exigimos respeto, pero cuando nos dicen lo “malo” de nuestro hijo generamos faltas de respeto).
A nivel de los docentes se debería también hacer un planteo en que se pueda reflexionar sobre el uso de las estrategias didácticas acorde al destinatario de las mismas y no solo a una metodología aprendida y nunca revisada, ni cuestionada según pasan los años. Desconocemos el gran impacto que genera en la sociedad el avance tecnológico y también no nos permitimos ver que esta proceso atraviesa la vida de los niños y jóvenes formando parte de su cosmovisión diaria (por ejemplo ellos no pueden pensar un mundo sin televisión, cuando se hace referencia a esto ponen una cara de asombro y muchas veces dudan de la credibilidad del relato) en cambio a nosotros este modelo social nos cayó como un bloque y nos aplasto y no nos deja “levantar cabeza” por que cuando creemos que algo sabemos ya hay algo más sofisticado y nuevo.
Así es como muchas veces, se producen los problemas de aprendizaje o inadaptaciones sociales. Y muchas veces nos olvidamos que la conducta de estos no es monocausal, si no que depende de muchos factores. Existiendo casi un pensamiento mágico que considera que los jóvenes de hoy plantean más problemas que generaciones anteriores y a partir de esto es que comenzamos a elaborar hipótesis que no son otras cosas que buscar un responsable de la situación y desde allí buscar un mediador o facilitador fuera de los entornos en donde se producen estos conflictos, para lograr una solución al problema. Se busca a alguien que “traduzca” esos mensajes, para que los hijos / alumnos regresen nuevamente a tener conductas esperadas y derivan al psicopedagogo o al psicólogo para que un profesional pueda darles un diagnostico y tengan el “justificativo” científico para explicar estas conductas atípicas y seguir de esa forma poniendo el problema afuera. 
Si pudiésemos aprender a hacernos cargo de nuestra acción e intensión educativa…
Si tanto padres como docentes se pusieran nuevamente en el lugar de sujetos aprendientes y no solo como sujetos formadores…
 Si descubriéramos, como en el juego de las escondidas, a las estrategias didácticas/capacidades para formar, estaríamos generando una sociedad con menos problemas de aprendizaje y más interacciones generacionales.
Lo pensamos….

El alumno que repite



“Repitiente”, “Repetir”, “Volver a hacer el curso”, “No alcanzo los objetivos”… 
Mensaje que da la institución escolar y que genera una serie de movilizaciones en el seno familiar y muchas veces se producen quiebres en las relaciones, en las acciones y en otras produce una paralización de sus miembros cuando se encuentran sin saber qué decisión tomar. A igual que una situación fóbica, se entra en un círculo sin salida que confirma la “profecía autocumplida” (¡Te había dicho que ibas a repetir!)
La Real academia dice al respecto. “Dicho especialmente de un alumno: Que repite un curso o una asignatura” y a la acción de repetir  “Volver a hacer lo que se había hecho, o decir lo que se había dicho”. Es un adjetivo que determina al objeto, en este caso un alumno, pero no existe una palabra que defina lo que pasa en este sujeto cuando esta situación acontece.
Más allá de estos conceptos sería interesante plantearnos que significa, para el sujeto, la acción de repetir un curso, un año. Y sobre todo pensar desde “donde” hacemos el análisis:
·         Un fracaso.
·         Un punto de quiebre.
·         Un síntoma.
Haciendo el análisis desde la visión de que es un fracaso, también surge varios interrogantes, porque visto así seria  resultado adverso, Suceso lastimoso, inopinado y funesto. Pero no tanto para el sujeto sino para la familia, del sistema educativo, del docente, de lo social.
En la familia este hijo no cumplió con las responsabilidades otorgadas, por lo tanto la familia entra en estado de fracaso.
El sistema educativo, considera esta situación como un hecho negativo, pero sin generar acciones directas para su modificación, solo establece políticas compensatorias procurando que este alumno no deserte de la educación sistemática. Pero es importante destacar que no es algo que en realidad funcione, no por nada cada año se incrementa el número de alumnos que repiten. Tan importante es el fenómeno que las instituciones generaron normativas (con carácter legislativo) internas para actuar con estos alumnos, que forman una nueva categoría de alumno.
El docente responsabiliza directamente al alumno y como responsable secundario a la falta de atención de la familia, pero en sí mismo no se plantea una autoevaluación de su tarea a este proceso lo hacen en función de los alumnos que si alcanzaron o superaron los objetivos planteados. (Si bien es similar al sistema de calificación anteriormente usado, aquí lo empleo solo como la reacción a la intensión educativa del docente)
Desde lo social se aplica el análisis desde una concepción bien “triunfalista” que propone, el modelo de la excelencia académica como un parámetro de medición para el éxito social. A partir de esto el alumno que repite es marginado automáticamente del circuito escolar. (Paradójicamente con lo propuesto por el sistema educativo).
Vista la acción de repetir como un “Punto de quiebre” el análisis pasaría por el alumno no encuentra un “banco” para “repetir el año” porque las aulas están colmadas con un número mayor de alumnos que los previsto. Se quiebra tanto que se comienza a hablar de discriminación, que tampoco podemos desconocer que existe en muchos casos (fundado en el concepto que hacíamos referencia en el fracaso social), pero la realidad interna de las instituciones dicen lo contrario. ¡No hay espacio físico real para absorber a estos alumnos!
Los quiebres se pueden producir en varios niveles:
En la familia cuando comienzan a culparse o a cuestionar la responsabilidad de quien debía hacerse cargo de la educación (¡Tu hijo repitió!) Ahí se comienza a desconfiar de la calidad de enseñanza impartida (que en un primer momento llevo a los padres a elegir entre otras a esta institución) y se responsabiliza al docente del fracaso. Y otro punto de quiebre es que se culpa a las conductas no esperadas de los sujetos, más todavía cuando el alumno que repite es adolescente
Y como síntoma, nos planteamos que repetir es un indicador de que algo pasa en el sujeto y se busca a un profesional que diagnostique algún problema de aprendizaje para que todo lo anterior quede armónicamente en funcionamiento. Lo que le faltaría a este fenómeno para ser analizado como síntoma que no solo denuncie sino que anuncie el lugar a donde poner la mirada-
Ahora bien, ¿qué pasaría si lo pensáramos de otra forma, si se cambiara el ángulo de mirada del fenómeno?
ü  Si consideráramos al fenómeno de repetir como un momento de equilibrio que genera el sujeto con los distintos sistemas que intervienen en el proceso de aprendizaje.
ü  Si aceptáramos que repetir le va a permitir al sujeto alcanzar niveles de maduración mas especificas.
ü  Si el repetir no fuera otra cosa que un llamado de atención, porque los intereses del alumno pasan por otro lado distinto a donde él tiene puesto su propio interés.
ü  Si repetir no fuera más que una inadecuación al sistema educativo.
ü  Si fuera una necesidad evolutiva, física, afectiva o intelectual del sujeto para producir anclajes en sus aprendizajes.
Por lo tanto el abordaje de la problemática seria “tan” distinto. Deberíamos aprender a ver la realidad o a los fenómenos desde una relación circular en donde todos somos responsables de los hechos y no solo buscar a un chivo expiatorio que se haga cargo porque desde esta posición se hace muy pero muy difícil encontrar soluciones validas para el problema y dejar de seguir intentando con acciones que a la vista no dan resultado. Viene bien lo que dice Albert Einsten “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.